José Manuel González Páramo, que es consejero del Banco Central Europeo ha hecho unas declaraciones en las que afirma que con un veintidós por ciento de paro extraña que España no se levante. Se supone que lo que González Páramo echa de menos es que los españoles en paro y sus correspondientes familias se echen a la calle para protestar airadamente de una situación que efectivamente es cruel; que se levanten también los pequeños empresarios que no pueden seguir perdiendo, porque lo que les queda por perder es la piel, perdido casi todo lo demás; que se levanten también las amas de casa correspondientes que necesitan llenar la olla y no siempre encuentran con qué, por modosito que sea; que se levanten todos los que suscribieron las hipotecas del demonio que los tiene ahora mismo atados a la correspondiente llamada del cartero con la notificación de que el banco va a por ellos y que se levante los jóvenes porque andan como zombis sin presente y sin futuro, lo que tampoco es vida y que se levanten también los yayos, con cuya pensión han de apañarse él y sus cofrades. Que se levanten.
Que se levante o no los inspectores de trabajo con la responsabilidad de investigar donde y como están los falsos garajes cerrados a cal y canto, dentro de los cuales se esconde eso que se llama la economía sumergida que justifica la respuesta al señor González Páramo. España no se levanta, todavía, porque la economía sumergida, las chapuzas, la necesidad, en suma de aceptar cualquier trabajo mejor o peor remunerado, permite ahora el calzado de los niños, más tarde los libros de texto y antes que todo eso el pan y los huevos que, baratos, aportan hidratos de carbono y proteínas.
Extraña que no se levante España, entiéndase que para protestar, porque si el señor González-Páramo habla de otros levantamientos, calladito
está más guapo
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