A freír monas
Al final hemos encontrado con que de entre todos los agentes que envuelven la televisión, así los que la hacen, como las que la ven y los que la pagan el sector con mayor sentido común son los anunciantes, una vez que han tenido ocasión para descalificar el axioma de que lo más importante es la audiencia. Y una mierda, han debido pensar los interesados principalmente en el negocio. Si la audiencia en televisión es el factor más valorado, porque es el que atrae a las marcas publicitarias, va y los anunciantes, todos los anunciantes que confiaban su publicidad a la NORIA han dejado de hacerlo, todos y en bloque, a partir de cuando el señor Jordi González, un periodista que había tenido una trayectoria impecable, no tuvo otra ocurrencia que llevar a su programa del sábado a la madre del Cuco, uno de los implicados en el asesinato de Marta del Castillo y pagarle diez mil euros por estar presente en el circo.
Unos fueron primero, otros después, pero se saben, a día de hoy, dos cosas, que todos los anunciantes han retirado la publicidad- personalmente sería fantástico que nadie volviera hasta que el programa fuera finiquitado o pidiera perdón al menos – y que la televisión de Berlusconi lo seguirá manteniendo sine die y que les aproveche. En el pulso de cadena y anunciantes quien debe ganar es el que pone a pasta y perder los que metieron la gamba. La televisión vive de la audiencia pero mantenerla en niveles que garanticen una presencia asegurada a toda costa no es de recibo. El fin no debe justificar los medios y ahí está la uno de televisión española para demostrar día a día su primacía sin tener que acudir directamente al cubo de la basura.
Sin anunciantes la Noria no es nada. De manera que o piden perdón y propósito de enmienda, o que se vaya el Jordi y compañía a freír monas.
Unos fueron primero, otros después, pero se saben, a día de hoy, dos cosas, que todos los anunciantes han retirado la publicidad- personalmente sería fantástico que nadie volviera hasta que el programa fuera finiquitado o pidiera perdón al menos – y que la televisión de Berlusconi lo seguirá manteniendo sine die y que les aproveche. En el pulso de cadena y anunciantes quien debe ganar es el que pone a pasta y perder los que metieron la gamba. La televisión vive de la audiencia pero mantenerla en niveles que garanticen una presencia asegurada a toda costa no es de recibo. El fin no debe justificar los medios y ahí está la uno de televisión española para demostrar día a día su primacía sin tener que acudir directamente al cubo de la basura.
Sin anunciantes la Noria no es nada. De manera que o piden perdón y propósito de enmienda, o que se vaya el Jordi y compañía a freír monas.
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