martes, 8 de noviembre de 2011

Los mayores en nuestra sociedad

Este es un articulo que he escrito para un trabajo sobre la antropología de los mayores, o sea: Sobre nosotros y aunque es un poco largo, creo que merece la pena que lo leais.


Para definir muy brevemente el valor de los mayores en la sociedad de hoy basta decir que “Los mayores no son respetados, son explotados”.

A lo largo de la historia, las diferentes culturas han dado a los mayores valores diversos, separando siempre el papel desempeñado por la mujer o por el hombre.

La vejez del hombre en la prehistoria, se consideraba como fuente de sabiduría llegando a darle valor divino, también los griegos generalmente le otorgan papeles de sabio , -olvidando el concepto que describe Patah-Hotep, que da un papel denigrante a la vejez- y asi las diferentes culturas han ido dando o quitando protagonismo e importancia a la vejez.

La mujer, por el contrario, siempre ha tenido el mismo papel tanto en su juventud como en su vejez: Relegada al plano domestico, cuidado de niños, y de ancianos.

Hasta hace tres décadas podíamos decir que el viejo era un símbolo de respeto y sabiduría. Raro era el clan familiar que no reservaba un lugar especial en la casa y era denigrante el pensar que acabase sus días en un asilo de ancianos, excepto si esto era sumamente necesario.

Sobre los años 90 el papel de los mayores aparentemente empieza a cobrar protagonismo, puesto que la sociedad se plantea como asegurar a los adultos que vivan el mayor tiempo posible, manteniéndoles integrados en la colectividad y como dar sentido a su vida. Se adoptan actitudes para mantenerles sanos, permitiendo que tengan acceso directo a la medicina, incluso surgen centros médicos dedicados a la geriatría y sin embargo, se les tiene en un estado de marginación propia de los colectivos anónimos y asi podemos afirmar que cuando la sociedad les dedica una atención especial existe siempre una causa de utilitarismo directo, claro o implícito: Campañas electorales, consumismo de determinados productos, proximidad a la muerte y por lo tanto herencias, necesidad de su tiempo.

Es en esta época de los 90, cuando empieza el mayor desarrollo económico. Las nuevas tecnologías van limitando y exigiendo renovación de las empresas en su material humano. Los ejecutivos de 40-50 años son ya viejos. A pesar de su experiencia y sus capacidades, son rechazados por elementos jóvenes que van en carrera maratónica en la competitividad y producción. Cabe hacer la excepción, que la historia se ha encargado de mostrar, que algunos exitosos presidentes o estadistas mundiales son personas cercanas o mayores de 60 años. La sabiduría de estos grandes hombres y en algun caso mujeres, es de mucha importancia para el mundo, por el lugar que ellos ocupan, cumpliéndose la teoría ancestral de que aquellos mayores que están física y mentalmente sanos, son aptos para el trabajo de mando y toma de decisiones.

Es en este tiempo cuando las prejubilaciones a edades de 50 años empiezan a dejar en la cuneta o muchos hombres, relegados a nada. Su papel en la sociedad es nulo, sometidos incluso al desprecio de la propia familia que empieza a considera su presencia como un estorbo. La mujer ha empezado a incorporarse al trabajo fuera de casa, siempre de menor responsabilidad en la mayoría de los casos que el hombre, con un mayor protagonismo puesto que su función es doble: Aporta un sueldo y resuelve los problemas domésticos para los que el hombre nunca se ha preparado y considera denigrante realizar, con lo que la balanza de lo que hasta ese momento se ha considerado normal empieza a desequilibrarse. Es el hombre el que se queda a una edad temprana y con una calidad física buena, absolutamente descolgado de la sociedad.

Para llenar este vacío surge la cultura del ocio: Viajes especiales para “mayores,” escuelas, colaboraciones en entidades con fines altruistas, deportes adecuados …

Es también el boon de las modernas residencias. En este tiempo los jóvenes, los hijos, no tienen tiempo para atender a sus mayores. El alto nivel de vida, en el que se han enrolado, fuera de sus posibilidades tradicionales, hace que tanto la mujer como el hombre tengan que trabajar fuera de casa y no tengan tiempo para dedicar a sus mayores y los “aparcan” en estas residencias acallando su conciencia con el marchamo de “lujosas”. También los hijos pequeños son “aparcados” en guarderías o al cuidado de personas extrañas a la familia lo que impide que vivan y beban del cariño de los mayores, creando una sociedad llena de comodidades pero vacía de sentimientos.

En el año 2007 empieza la crisis económica y con ellas la mayor explotación de los mayores que se haya podido hacer en la historia, puesto que está revestida de falso cariño y de pretender encubrirla como de un papel fundamental de los mayores en la sociedad. Los jovenes deben seguir trabajando, en unos casos para seguir pagando las muchas deudas contraidas, en otros para seguir llevando y disfrutando de un ritmo de vida, creado falsamente


La falta de trabajos bien remunerados y en algunos casos la total ausencia del mismo, obliga a los mayores a que se hagan cargo de los nietos; tienen que llevarlos a los colegios, recogerlos, llevarlos al médico… dedicarles todo el tiempo que disponen. Su tiempo libre, ahora tiene que dedicarlo o cuidar de sus nietos, pasando ellos otra vez a un segundo plano. Esta falta de trabajo y por tanto de dinero, hace que muchas familias empiecen sacar a sus mayores de las “maravillosas residencias” donde los habían colocado, con la misma falta de respeto con el que en su día los metieron. Los acogen en casa y se aprovechan de la “paga” o de los ahorros que tengan. El cariño que se les otorga estará en función del dinero que dispongan y de lo cuantiosa que sea la pensión que cobren.

No son menos importante en esta época las separaciones matrimoniales, que si bien ya se habían iniciado la década anterior como consecuencia de la independencia económica de la mujer, ahora lleva incorporada en muchos casos, la vuelta al hogar materno, de los hijos con todo su bagaje: los niños las nuevas relaciones, los pagos por la separación… arrastrando en esta complicada situación a los mayores que se ven desposeídos de su tiempo para el ocio y de su dinero para sus necesidades.

Todo lo anterior deja claro que el abuso, la explotación que en estos momentos está sufriendo la sociedad mayor, sometiendo a los padres en lo que debía ser su tranquila vejez, a un trabajo adicional y a un gasto especial, en ocasiones inasumible, está muy lejos de ser respetuosa con este colectivo que por mor del dramático desorden en los aspectos fundamentales de nuestra sociedad, creada sobre falsos cimientos, rompe los planes de futuro para estructurar una sociedad cálida que de amor, acogimiento y calidad de vida a sus mayores.

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