Los robos de naranjas cuando la fruta ya ha madurado no sorprende por los campos de la Plana. O es una cuestión de supervivencia – la crisis está llevando a algunos a buscarse la vida propia y la de la familia fuera de lo legal – o una manera más de obtener dinero rápido por parte de los que viven sin dar golpe desde que nacieron, que así es la vida. Los agricultores de la Plana han tenido que soportar también los robos de las instalaciones eléctricas de sus pozos de agua elevada, por los profesionales del robo del cobre que, a lo que se intuye, debe ser un negocio rentable, rápido y escasamente peligroso, excepto cuando se tocan el positivo y la masa a la vez. Hasta aquí, se conocía se perseguía y en algún caso se cazaba a los chorizos.
Pero ha salido una nueva actividad, asimismo delictiva, que tiene entretenida a la policía en la búsqueda de ladrones de otro producto, más fácil, y mucho más rentable; también más seguro porque las víctimas de los robos no denuncian ni lo harán jamás, de modo que el asunto queda entre colegas. En Vila-real se están produciendo robos de marihuana por parte de los necesitados para enchufársela o para venderla y la encuentran bien en las azoteas de algunas casas o en lugares escondidos de fincas dedicadas al cultivo de otras plantas legales. Hay robos pero no hay denuncias, de modo que “qui mes xiiule capador”. Unos las plantan y las cuidan, con la esperanza de tener María para consumo propio o compartido y otros las afanan directamente aprovechándose de las molestias de los que se dedican a su plantación y cuidados.
Para entender mejor la actividad les ofrezco una información de mercado ahora que lo de los mercados está de moda, aunque en otra acepción. Piénsese, que por cada gramo de cánabis, se puede obtener no menos de seis euros en el mercado negro. De manera que arriésguese usted a plantar marihuana, para que luego llegue el vecino, suba a tender la ropa y de paso le birle el negocio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario