oco más. En el resto de la Comunidad Autónoma la fiesta pasa con más pena que gloria. Y hay quien se pregunta por qué.No creo que la pregunta tenga una respuesta difícil, desafortunadamente. Sencillo no existe la idea de país y hasta está mal visto que algunos lo usemos ocasionalmente, pese a que así conste en el preámbulo de la ley. En este territorio las provincias restan, no suman, ni siquiera para lo de Comunidad, que es una denominación avariciosamente fea, como reconocía su propio autor, un político entonces de UCD ya fallecido, que entre dos proposiciones enfrentadas, la derecha con lo de Reino y la izquierda con lo de país, presentó una solución salomónica, que es el que tenemos, Comunidad, exactamente igual que cualquier convento de religiosos que se precie.
En Valencia, uno que es de por estos pagos, lo ha sufrido, valencianos son los de Valencia y su provincia. Los demás en el cap i casal somos castelloneros o catalanistas por el norte o alicantinos por el sur y ejercemos como tales y a mucha honra como diría un clásico, pero en este tipo de cuestiones algo tan sutil, o no, no es en absoluto inocente. Unos y otros estamos remarcando las diferencias y de nada o casi nada ha servido el gobierno autonómico, dedicado al juego de equilibrios para que todo el mundo se sienta representado. Tantos de Castelló, tantos de Alacant y los demás de Valencia. La lengua y su desuso por las mismas autoridades no ha servido para nada y la radiotelevisióm valenciana para enchufar periodistas madrileños. Así no hay manera.
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