Hoy toca la excepción que confirma la regla. Resulta ser que una mujer de Castelló, separada de su marido y con custodia compartida del hijo de ambos, llegado un día en que el chaval estaba con su padre, apareció la mamá con la intención de llevarse al niño de compras, a lo que el padre se negó, alegando que de acuerdo con la norma establecida ese día le correspondía disfrutar a él de la compañía de hijo. La cosa derivó en discusión y de la discusión se pasó a mayores, porque la esposa, enrabietada, le propinó dos puñetazos en la cara a su ex marido. Ahora, la autora de los golpes, condenada, deberá pagar a su ex marido seis euros diarios durante veinte días, por haber sido condenada por “maltrato de obra”.
He comenzado el comentario de hoy hablando de la excepción que confirma la regla, es decir, por una vez, la noticia se ha producido al revés y la pena impuesta a la indignada madre lo ha sido por un par de buenas bofetadas a su ex marido, lo que no es mucho comparado con la brutalidad que nos cuentan cada día los medios y que en su inmensa mayoría son los hombres los autores de la agresión, incluso en demasiadas ocasiones con causa de muerte. Lo ocurrido en Castelló en ningún caso puede considerarse una anécdota, porque dos bofetadas siempre son una agresión y en tantas oportunidades el preludio de otras cosas peores y con el machito como agresor.
Quiere decirse todo lo contrario, porque cualquier agresión en el seno de una familia, en convivencia habitual o no, siempre es embrutecedor para el ser humano. En el caso que nos ocupa y una vez que había conseguido separarse antes de males mayores y con la custodia compartida, lo que parecía un gran logro, el suceso ha venido a empañar una solución que parecía modélica desde la perspectiva de una sociedad civilizada: separación y custodia compartida. Seis euros diarios durante veinte días y que no se repita.
Juan Soler
He comenzado el comentario de hoy hablando de la excepción que confirma la regla, es decir, por una vez, la noticia se ha producido al revés y la pena impuesta a la indignada madre lo ha sido por un par de buenas bofetadas a su ex marido, lo que no es mucho comparado con la brutalidad que nos cuentan cada día los medios y que en su inmensa mayoría son los hombres los autores de la agresión, incluso en demasiadas ocasiones con causa de muerte. Lo ocurrido en Castelló en ningún caso puede considerarse una anécdota, porque dos bofetadas siempre son una agresión y en tantas oportunidades el preludio de otras cosas peores y con el machito como agresor.
Quiere decirse todo lo contrario, porque cualquier agresión en el seno de una familia, en convivencia habitual o no, siempre es embrutecedor para el ser humano. En el caso que nos ocupa y una vez que había conseguido separarse antes de males mayores y con la custodia compartida, lo que parecía un gran logro, el suceso ha venido a empañar una solución que parecía modélica desde la perspectiva de una sociedad civilizada: separación y custodia compartida. Seis euros diarios durante veinte días y que no se repita.
Juan Soler
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