En estos días de puente en los que la holganza ha dejado el campo libre a la flexión, he llegado a pensar que en lugar de estar gobernados por grandes y entusiastas sabios en realidad estamos en manos de gentes que, habiendo sido votados democráticamente para la jefatura del Estado o del Gobierno, no son sabios en realidad, sino gentes del común que una buena dosis de listos les ha permitido ir subiendo a la parra de la política desde sus organizaciones partidarias. Llegados a la cúpula, en cada uno de sus países, fueron sorprendidos por la crisis que, como una pertinaz lluvia, les ha ido calando una y otra vez sin haber conseguido avanzar sino todo lo contrario. De modo que bajo su dirección no estamos un poco mejor sino mucho peor y además, después de una noche de reunión maratoniana no han hecho sino empeorar las cosas. No es que no sean sabios, es que son políticos de vuelo rasante y así no hay manera.
No es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor, pero en lo tocante a la política ya no estaría uno tan seguro. Y como para muestra puede bastar un botón, me pregunto donde están ahora mismo personalidades de la fuerza del Cardenal Tarancón, de Adolfo Suarez, de Felipe González, Santiago Carrillo, Fraga Iribarne, Alfonso Guerra, Fernando Abril Martorell, Javier Solana y tantos otros, por hablar solo de los españoles.
Creo que la construcción de la Unión Europea ha tenido la mala suerte de haber perdido en el camino a políticos de profunda sabiduría, mientras entraban al relevo medianías, que son los que se reúnen hoy para acordar a qué hora se reunirán mañana, mientras las agencias de calificación les ordenan lo que hay que hacer.
No es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor, pero en lo tocante a la política ya no estaría uno tan seguro. Y como para muestra puede bastar un botón, me pregunto donde están ahora mismo personalidades de la fuerza del Cardenal Tarancón, de Adolfo Suarez, de Felipe González, Santiago Carrillo, Fraga Iribarne, Alfonso Guerra, Fernando Abril Martorell, Javier Solana y tantos otros, por hablar solo de los españoles.
Creo que la construcción de la Unión Europea ha tenido la mala suerte de haber perdido en el camino a políticos de profunda sabiduría, mientras entraban al relevo medianías, que son los que se reúnen hoy para acordar a qué hora se reunirán mañana, mientras las agencias de calificación les ordenan lo que hay que hacer.
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