Este año las clases
del profesor Amador Antón en la Uned Senior se engloban bajo el título de
“Filosofía de las religiones”. Al exponer las líneas generales del programa
sugirió que en cada clase un alumno podría comentar brevemente una obra
artística de carácter religioso. Respondiendo a esta invitación, el pasado 3 de
marzo hablé de la mezquita de los Omeyas de Damasco.
Dado el tema de la asignatura creo
que esta mezquita de la capital de Siria tiene un interés especial. Es el
cuarto lugar más sagrado del Islam, tras La Meca, Medina y Jerusalén y en
el lugar que ocupa hubo en su tiempo un templo arameo. Sobre él se construyó
uno romano dedicado a Júpiter y aprovechando partes de éste se edificó
posteriormente una catedral bizantina dedicada a San Juan Bautista.
Cuando Damasco fue conquistada por los musulmanes a mediados del siglo
VII, el templo se dividió en dos. Los cristianos rezaban en la parte oriental y
los musulmanes –separados por un muro-, en la occidental. Esta situación se
prolongó durante setenta años hasta que el califa compró la parte cristiana
ampliando el edificio que se convirtió en una de las mayores mezquitas de todo
el Islam. En él se integró una capilla que según la leyenda contiene la cabeza
de San Juan Bautista, considerado como profeta tanto por el cristianismo como
por el Islam.
La mezquita tiene cuatro puertas,
una cúpula y tres minaretes. El más alto de ellos es conocido como el de Jesús.
Según la tradición musulmana, Jesús –considerado un profeta en el Islam-,
volverá el día de Juicio Final, se subirá a ese minarete y pronunciara la
frase: “Alá es el único Dios y Mahoma es su profeta”.
En su interior se conservaron muchas columnas del templo romano. Dispone
una espaciosa sala de oraciones con grandes arcadas, dos alas laterales y un
gran patio interior de mármol con tres pequeños pabellones: el del Tesoro, el
de los Relojes y el Fuentes. La mezquita está decorada con mosaicos realizados
por maestros bizantinos. Especialmente notables son los que representan el
Eden.
En una de las
salas adyacentes se encuentra el sepulcro con la cabeza de Huséin -el nieto de
Mahoma- y junto a la mezquita está el mausoleo del sultán Saladino.
En 2001 estuvo en ella Juan
Pablo II, siendo el primer Papa que visitaba una mezquita.
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