Las brillantes luces navideñas iluminan en ocasiones un paisaje de ausencias. El paso del tiempo hace que a nuestra edad esas ausencias sean muy numerosas. Todos vemos sillas vacías en las reuniones familiares, en las de amigos o en aquellas que reviven lejanas épocas estudiantiles. También en nuestra clase de la Uned Senior ha quedado una silla vacía, la que fue de nuestro compañero Manolo Chiva, recientemente fallecido.
Ese paisaje de ausencias no sólo está conformado por las de los familiares o de los amigos, sino también por todos aquellos que tuvieron un papel destacado en el mundo en el que nos movemos y que ya no están entre nosotros. El año que termina ha sido el de la desaparición de tres importantes escritores: Miguel Delibes, J.D. Salinger y José Saramago. También en 2010 nos dejaron actores carismáticos como Tony Curtis, Jean Simons, Dennis Hopper, Leslie Nielsen, y los españoles Manuel Alexandre y Antonio Ozores. En los últimos doce meses murieron una serie de directores cinematográficos que crearon películas inolvidables: Arthur Penn, Blake Edwars, Mario Monicelli, Claude Carbol, Eric Rohmer y Luis García Berlanga. En 2010 murieron personajes públicos destacados: Juan Antonio Samaranch, Nestor Kirchner, José Antonio Labordeta y Marcelino Camacho.
Con el 2010 se van imágenes y palabras, grandes historias y sencillas anécdotas. En su lugar y más en estas fechas, nace la tentación de la nostalgia y de la melancolía. Recordamos experiencias –posiblemente embellecidas por el paso del tiempo- que ya no podremos repetir y corremos el riesgo de pensar únicamente en lo que fue y ya no será. ¿Cómo evitar que todo ello se convierta en un lastre que nos condicione .....? Quizá la mejor forma de evitarlo es desarrollar nuestra capacidad de ser activos, creativos, abiertos a nuevas ideas y dispuestos a relacionarnos con los demás.
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