El profesor Amador Antón nos ha planteado un difícil reto al invitarnos a reflexionar sobre el sentido del ser humano y del universo.
Encontrar un sentido a nuestra minúscula vida en una minúscula tierra, perdida en un inmenso universo, es una cuestión realmente importante. Normalmente no es algo que te plantees en medio de la movida de una peña “festera” el día de “xulla”, pero si en ciertos momentos de crisis o de profunda reflexión. La pregunta por el sentido de la vida aparece cuando, por las causas que sean, la propia vida se experimenta falta de fundamento y vacía.
Grandes filósofos, científicos y pensadores han tratado de encontrar una respuesta a esta incógnita.
El biólogo Jacques Monod dijo: “El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde ha emergido por azar.”
Sartre afirma que el hombre tiene el deber ineludible de elegir libremente que valor o sentido quiere dar a su vida.
Camus afirmó que la vida del hombre tiene un sentido: el de no tener sentido.
“Somos –afirma un escritor- como un fósforo que se prende y se apaga en pocos segundos”.
Otro dice: “No somos el centro del universo, la tierra es una mota de polvo”.
Un pensador señala que el hombre es un accidente en un universo vacío y frío.
Un articulista constata que el hombre para no preguntarse por el sentido último de su vida, trata de sustituirlo por el dinero, el sexo, el trabajo, la droga, el poder, ....
En nuestra época sigue siendo importante la dimensión religiosa y espiritual del ser humano. Por ello, como ha ocurrido a lo largo de la historia, son muchos los que encuentran un sentido a su existencia y una explicación del universo, por medio de la religión.
Lo cierto es que la gran pregunta sigue en el aire: ¿Tienen sentido el ser humano y el universo o son el resultado de una serie de procesos físicos fortuitos y aleatorios?
En la actualidad la ciencia no es capaz de levantar el velo del misterio que cubre la creación, pero creo que ese misterio puede estar iluminado, en mayor o menor medida, por una fe que lleve a la esperanza.
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