El pasado sábado estuve paseando por el paraje del Ermitorio de la Virgen de Gracia. El día era espléndido. La lluvia del día anterior había contribuido a intensificar los colores de los árboles y las plantas. Pequeños grupos llegaban al pinar tras recorrer la saludable “ruta del colesterol”. Por la cuesta que bordean las capillas del vía-crucis, subían dos sudorosos deportistas. En la plaza del Ermitorio un grupo de jóvenes ensayaba bailes populares. Otro grupo utilizaba el albergue como lugar de reunión y estudio. De una furgoneta aparcada frente al restaurante descargaban numerosas cajas con pequeños adornos florales. En un banco de la alameda una pareja hablaba quizá de amor o quizá de la hipoteca. A poca distancia otra pareja se prometía amor -¿eterno?-, al celebrar en las “Caballerizas” su matrimonio civil. Contemplar el río desde el puente que lo cruza era todo un espectáculo que combinaba el agua, la vegetación de las riberas y los colores ocres de las canteras. En el pinar varias familias montaban su particular chiringuito –mesas y sillas plegables, nevera portátil, bolsas de comida, ....-, dispuestas a pasar un día de descanso. No faltaban en el recinto algunos paseantes con perros y otros solitarios –como yo-, distraídos o sintiéndose parte de un lugar “vivo”, de un lugar del pueblo y para el pueblo. La foto que incluyo en este comentario que hice la primavera pasada, refleja la misma luz y el mismo color que el sábado embellecía el Ermitorio de la Virgen de Gracia.
lunes, 31 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
El sentido del ser humano y del universo
El profesor Amador Antón nos ha planteado un difícil reto al invitarnos a reflexionar sobre el sentido del ser humano y del universo.
Encontrar un sentido a nuestra minúscula vida en una minúscula tierra, perdida en un inmenso universo, es una cuestión realmente importante. Normalmente no es algo que te plantees en medio de la movida de una peña “festera” el día de “xulla”, pero si en ciertos momentos de crisis o de profunda reflexión. La pregunta por el sentido de la vida aparece cuando, por las causas que sean, la propia vida se experimenta falta de fundamento y vacía.
Grandes filósofos, científicos y pensadores han tratado de encontrar una respuesta a esta incógnita.
El biólogo Jacques Monod dijo: “El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde ha emergido por azar.”
Sartre afirma que el hombre tiene el deber ineludible de elegir libremente que valor o sentido quiere dar a su vida.
Camus afirmó que la vida del hombre tiene un sentido: el de no tener sentido.
“Somos –afirma un escritor- como un fósforo que se prende y se apaga en pocos segundos”.
Otro dice: “No somos el centro del universo, la tierra es una mota de polvo”.
Un pensador señala que el hombre es un accidente en un universo vacío y frío.
Un articulista constata que el hombre para no preguntarse por el sentido último de su vida, trata de sustituirlo por el dinero, el sexo, el trabajo, la droga, el poder, ....
En nuestra época sigue siendo importante la dimensión religiosa y espiritual del ser humano. Por ello, como ha ocurrido a lo largo de la historia, son muchos los que encuentran un sentido a su existencia y una explicación del universo, por medio de la religión.
Lo cierto es que la gran pregunta sigue en el aire: ¿Tienen sentido el ser humano y el universo o son el resultado de una serie de procesos físicos fortuitos y aleatorios?
En la actualidad la ciencia no es capaz de levantar el velo del misterio que cubre la creación, pero creo que ese misterio puede estar iluminado, en mayor o menor medida, por una fe que lleve a la esperanza.
miércoles, 12 de mayo de 2010
LAS FIESTAS, LLEGAN
martes, 4 de mayo de 2010
Justificando la no asistencia a clase
Hace años, muchos años, al faltar a clase eran otros los responsables de presentar la oportuna justificación. Ahora –ya mayorcitos, muy mayorcitos-, somos nosotros los que debemos justificar nuestras ausencias. Cumpliendo este deber alego como motivo de mi no asistencia a la clase de la semana pasada, el que me encontraba de viaje por tierras de Castilla. Durante seis días visitando Valladolid, Salamanca, León, Palencia, Zamora y Soria, he revivido numerosos momentos de nuestra historia que tuvieron como escenario calles, plazas, castillos, palacios, conventos y catedrales de estas tierras. El indudable valor artístico e histórico de muchos de los monumentos visitados, se ve realzado por las cuidadas restauraciones. Es interesante comprobar que con imaginación e inteligencia, se pueden propiciar soluciones urbanísticas que respeten el pasado en lugar de destruirlo.
Amado Tena